Entre los diversos sistemas destinados a la prevención de incendios, los detectores de llama se encuentran entre los más vendidos. En el mercado los encontraremos de todo tipo, tamaño y precios.
De hecho, incluso sin saberlo, posiblemente todos tengamos más de uno en nuestra casa. Sólo hemos de pensar que algunos electrodomésticos que todos tenemos en nuestro hogar, como los calentadores de agua o los hornos de gas, requieren, para su correcto funcionamiento, de una llama que queme gas, la cual, si por una u otra razón se extinguiera y no nos diéramos cuenta de ello, podría provocar incluso una explosión, puesto que el gas seguiría saliendo. Por este motivo, todos estos aparatos tienen la obligación, según la normativa vigente, de llevar un detector de llama, cuyo objetivo será la de poder cortar el gas, en el caso de que la llama se apague por cualquier motivo. De esta manera, evitará cualquier peligro.
Las llamas emiten una radiación electromagnética que hace que sea muy fácil que puedan ser detectadas a través de la tecnología óptica. Ello explica que, en la actualidad, este tipo de tecnología se use de manera muy frecuente en los detectores de llamas.
Los detectores de llama más sencillos, y, por consiguiente, los que resultan más económicos, son muy frecuentemente los detectores de ultravioleta o los de infrarrojos.